miércoles, 14 de septiembre de 2011

Nuevo viejo barrio


Por acá todo es muy alborotado, siguiendo de largo por la calle mientras los adoquines me retoban los talones. Siempre versos en el aire y música alta. Nada nuevo más que este pensamiento que todavía no se corta. Rara vez recibo en el buzón de mi atención la tranquilidad pasajera, casi de casualidad puedo concentrarme en una idea fija sin que las demás le den una paliza. Puede ser que la imaginación y este engranaje oxidado en mi cabeza no me hagan bien, cualquier cosa en exceso hace mal, dicen. A veces el suplicio de las afueras de mis sentidos regalan un escenario que mutila mucho de lo bueno que viví.
Me detengo a pensar mientras espero el colectivo, comparo y con descaro me golpea este nuevo viejo barrio que ya no tiene mucho que contar. Vomito desesperación, me doy cuenta que no es lo que era. Qué se yo! Seguro (vos que estás leyendo) te sentís igual. Muchos caños de escapes que intoxican el alma, gente irascible con más prisa para decorar su autoestima con un celular de última generación que por sonreír. Los típicos pibes de barrio que gambeteaban augurio de cracks ahora paran en la esquina a tomar vino en cartón, se disfrazan la personalidad con resortes y viceras. La nena más linda de la cuadra refuerza el esfuerzo aguerrido, se calza la armadura de madre y se limpia las lágrimas. 18 años, ya tiene 2 retoños bastardos y uno en camino para no arruinar el dicho. El copado del almacén ya no saluda, se resguarda la vida atrás de un frío enrejado que colocó para no merecer otro asalto. Su persiana ya está escrachada, van a volver. El vecino que bicicleteaba unas monedas para hacerle los mandados ahora está muerto, algún que otro conocido le cortó la vida. Y así se me fue quemando de a poco esa esencia de cotidianeidad, ese sentimiento que me identificaba con un lugar, con mi barrio. Por acá todo está muy frío, tanto que da miedo.
No creo poder sentir ese aire otra vez, ya lo creo desconocido. Los focos del barrio ya no brillan, la gente actúa algún que otro arlequín que llora por dentro y las pocas estrellas que antes se veían ya no están. Como muchos de por acá, se van, le tienen miedo a la realidad.


Juanba Martinez Rios




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