jueves, 14 de julio de 2011

Minne


Quiero estar ciego ante lo que las lágrimas muestran de mí, ignoro lo que mi colérico ahogo grita. Ignoré tanto que ya no veo la dirección a la cual me dirigía. Porque no sé lo que conozco y no conozco lo que soy. He de suponer, un mal contemporáneo que me acalla. Y creo, no soy más nada que la nada, que esperando el tiempo que nunca llega se coordina de la forma más descoordinada al negro interior que contaminante me encarna. A ese interior que retruca, yo reclamo ¡Alguien respóndame! ¿Quién soy, por qué mis ojos todavía siguen vidriosos? Aún espero ese llamado que nunca ha de llegar, imaginando, que lo peor que ha apretado violentamente a este corazón no ha pasado. La aspiración después de todos estos años ha jodido mi mente. Mi vida, su vida, ha sido y es pura pantomima.
De todas maneras sé, de lo poco que el impulso me deja conocer, la respuesta siempre estuvo delante de mi. Es demasiado duro, se piensa libre y como una flecha envenenada al mismo tiempo. Al fin y al cabo siempre son extrañas estas repeticiones, siempre tan descontroladas, tan macabras. Dejan que la última imagen sea la peor y que se mantenga en la memoria. Y supongo, tendré que seguir el lamento en lenguaje de absurda felicidad, seguir en forma de enigma ante los ojos pasajeros. Solo espero encontrar sus palabras en el viento, como la lírica más hermosa que jamás he de escuchar. Ahora, ya no llueven mis ojos.
Lo siento, no puedo decir más.


Juanba Martinez Rios




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